Primero que nada, la biblioteca "marciana" no contiene literatura "extraterrestre" sino que, ubicada en Venecia, recibe su nombre de San Marcos, patrono de la ciudad.
Enhebrando una historia "a salto de canguro", en 1362 Petrarca había donado ya a la República de Venecia su colección personal de manuscritos, libros antiguos y cartas personales, origen remoto de la biblioteca, que sin embargo encuentra su impulso fundacional en análoga donación, realizada unos cien años después, más específicamente en 1468, esta vez de códices e incunables (como se llama a los libros impresos durante el siglo XV), por el cardenal bizantino Basilio Bessarion, quien fuera propietario de una de las bibliotecas más importantes de su tiempo. Sin embargo, el edificio destinado a albergar estas colecciones, encomendado al eminente arquitecto renacentista Jacopo Sansovino recién comenzó a construirse en 1537, y no sin dificultades. De hecho, el techo abovedado de la sala de lectura se derrumbó en 1545 y Sansovino fue encarcelado. Liberado gracias a la influencia desplegada por sus admiradores debió no obstante rehacer el techo de su propio bolsillo. Esta vez optó por un techo plano.
El edificio, concluido a la muerte de Sansovino por Vincenzo Scamozzi hacia 1580, exhibe en la planta baja un estilo dórico, con triglifos y metopas. El primer piso, en cambio, sigue lineamientos de orden jónico en sus columnas, a lo que se añaden un friso ricamente ornado de guirnaldas, flores, frutas y querubines y decoraciones escultóricas sobre los arcos. El remate superior consta de una balaustrada puntuada por esculturas de evocación clásica de dioses de la mitología grecolatina.
Entre las joyas que alberga el edificio subrayamos el enorme mapamundi, montado sobre un bastidor cuadrangular de prácticamente 2 metros y medio de lado, realizado por un célebre cartógrafo del siglo XV, conocido como Fra Mauro.
Fra Mauro había sido un monje de la Orden de la Camáldula (una de las 19 congregaciones que conforman la confederación benedictina, fundada por Romualdo de Camaldula con orientación eremítica). El siguiente cuadro de El Greco constituye una alegoría de la Orden de la Camáldula, con San Benito, de negro, a la izquierda, y San Romualdo, de blanco, a la derecha.
Fra Mauro había trabajado en el Monasterio Camaldulense de la isla de San Michele, en Venecia. (isla donde además de la Iglesia de San Michele hoy se encuentra un cementerio donde reposan figuras de la talla de Igor Stravinsky, Sergei Diaghilev, Joseph Brodsky, Ezra Pound o Luigi Nono)
En ese entorno pues elaboró pues Fra Mauro sus mapamundi, espléndidos exponentes de la transición entre la concepción medieval del mundo y el conocimiento resultante de los viajes de exploración que marcaron los inicios de la Edad Moderna. El pergamino exhibe la particularidad de presentar el mapa con una orientación inversa a la tradicional, con el sur en la parte superior, siguiendo en ello el estilo de los mapas del mundo musulmán y se halla íntegramente manuscrito con mas de 3000 dibujos y anotaciones explicativas.
La novela El sueño del hacedor de mapas (viaje espiritual de Fra Mauro, cartógrafo de la corte de Venecia) (1996) del reconocido autor australiano James Cowan, y por la que recibiera la medalla de oro de la sociedad australiana de literatura, relata la epopeya de Fra Mauro y de su mapamundi.