Según el cristianismo, los ángeles son criaturas supernaturales que median entre Dios y los hombres. Pero no son todos iguales. Existe tradicionalmente toda una jerarquía cuya sistematización se remonta a la obra del llamado Pseudo Dionisio Areopagita, un teólogo y místico bizantino. (No condunfirlo con el Dionisio Areopagita "original·, mártir ateniense del siglo I convertido al cristianismo como resultado de la predicación de Pablo de Tarso, del que se habla en los Hechos de los Apóstoles).
Este Pseudo Dionisio Areopagita en cambio vivió más de tres siglos más tarde, y su obra teológica y mística abarca cuatro tratados, de inspiración neoplatónica, que influyeron ampliamente en la escolástica europea medieval.
En uno de dichos tratados, titulado "De Coelesti hyerarchia" (La jerarquía celeste) este autor elabora una clasificación de los ángeles en nueve órdenes, distribuidos en tres estructuras o escalones llamados "coros". Basa esta clasificación en textos del Nuevo Testamento, particularmente las Epístolas a los efesios y a los colosenses.
Las categorías de serafines y querubines serían las dos más elevadas de esta estructura jerárquica, mientras que los arcángeles y los ángeles constituirían, en contraste, las dos de menor rango.
La siguiente obra representa la Asunción de María, creencia cristiana compartida por las iglesias católica y ortodoxa en el sentido de que a su muerte, la madre de Jesús fue elevada milagrosamente al Cielo en cuerpo y alma. Para los católicos, este traslado milagroso es tenido por dogma de fe desde 1950, en que fue proclamado como tal por el Papa Pío XII. Pero independientemente de su consagración como dogma, hecho que tuvo lugar recién a mediados del siglo XX, la temática fue objeto de numerosas representaciones pictóricas a lo largo de la historia. La siguiente, realizada por Francesco Botticini, un pintor renacentista que, al igual que Leonardo, Perugino, Ghirlandaio y Botticelli, estudió con Andrea del Verrocchio, tiene la particularidad de mostrar claramente las tres jerarquías o coros angelicales propuestos en la obra de Pseudo Dionisio Areopagita.
Serafines
Los serafines rodean el trono de Dios al tiempo que cantan eternamente el trisagio hebrero «Kadosh, Kadosh, Kadosh». Se supone que sólo pueden ser percibidos por quienes hayan sido elevados a una dimensión superior y su posterior descripción les atribuye una entidad zoomórfica alada (con seis alas para los serafines y cuatro para los querubines). A mayor abundamiento, la iconografía representa a los serafines de modo tal que el primer par de alas esconde su rostro y el tercero cubre sus pies.
Querubines
Los querubines, guardianes de la luz, se representan, como anticipáramos en el párrafo precedente, con dos pares de alas. Ciertas interpretaciones atribuyen a Lucifer el carácter original de querubín, ya que su nombre significa "Portador de luz". lo cual constituiría una referencia a dicha condición.
La palabra querubín se encuentra escrita en caracteres cuneiformes, en textos procedentes de las culturas mesopotámicas, acadia, asiria y babilónica. En dicho contexto, los querubines eran guardianes de las puertas que adoptaban el aspecto de toros alados con cabeza humana. (por ejemplo, cabe mencionar las puertas del templo de Ishtar actualmente conservadas y exhibidas en el Museo de Pérgamo de Berlín) En contraste, la forma que adoptaron los querubines en el cristianismo se asemeja más bien a la de los "putti", amorcillos acompañantes de la diosa Venus y su hijo Cupido en la tradición grecorromana.