Una importante divinidad de
Menfis en el Antiguo Egipto era el toro Apis que se adoraba en la forma de un toro vivo. Era un dios de la fuerza procreadora.
Se asimilaba al dios Ptah, la principal divinidad de
Menfis, y la fuerza procreadora del toro se identificaba con la fuerza creadora
de Ptah. El toro Apis era sentido como la manifestación tangible, viviente del
alma de Ptah.
Pero también el toro Apis se vinculaba al rey. En efecto,
una de las ceremonias más importantes del festival de Sed, es decir del festival
de Rejuvenecimiento Regio, era una carrera que el rey corría junto con el toro
Apis. De esta manera la fuerza regeneradora del toro se transmitía al rey.
En tercer lugar, el toro Apis se asimila también al dios
Osiris. Y cuando un Apis moría se convertía en un Osiris y entonces era
convenientemente momificado y enterrado en un gran sarcófago de piedra, en una
necrópolis en forma de catacumba que se hallaba en la localidad de Saqqara. Del
sincretismo entre Osiris y Apis surge Osirapis que, en época tolemaica da a
lugar al dios Serapis, adorado a lo largo de toda la época greco-romana. Del
nombre de Serapis, se forma el término "serapeum" con el que los egiptólogos
designan tanto el lugar de enterramiento de los toros Apis como cualquier
recinto de culto dedicado al dios Serapis.
En cuanto al aspecto del toro Apis, Herodoto en el libro
tercero de sus historias dice lo siguiente:
“Este Apis, o
Épafo, (Épafo es el nombre griego de Apis), es un novillo nacido de una vaca
que después ya no puede concebir otra cría. Dicen los egipcios que baja del
cielo un resplandor sobre la vaca, por el cual concibe a Apis. (En la tradición
egipcia, este resplandor sería Ptah, puesto que Apis es considerado como el
hijo de Ptah y de esta vaca virgen.) Este novillo llamado Apis tiene estas
señas: es negro con un triangulo blanco en la frente, la semejanza de un águila
en el lomo, los pelos de la cola divididos en dos mechones y un escarabajo bajo
la lengua.”