sábado, 7 de enero de 2017

Place de la Concorde, dioses, ingeniería y unos babuinos impúdicos.(por Alba Perez Romero)




Realizado en granito rosa de Asuán, el obelisco de Place de la Concorde es uno de dos obeliscos donados a Francia en 1828.  (El segundo quedó en Egipto, teóricamente como “propiedad de Francia” hasta que en la década de 1990 François Mitterrand dispensó a Egipto definitivamente de su envío).

Este obelisco, erigido por orden de Ramsés II en el siglo XIII antes de Cristo, ornaba junto a su par la entrada del templo de Amón en Luxor. Por eso una de las escenas en relieve, ubicada en lo alto, cerca del piramidión, muestra al monarca en actitud de presentar una ofrenda al dios Amón, divinidad ésta última fácilmente reconocible por su peculiar tocado de dos plumas.

En 1831 el obelisco fue quitado de su ubicación milenaria, encerrado en un cofre de madera y volcado horizontalmente para su traslado. En una embarcación de fondo plano especialmente concebida debió esperar entonces la crecida del Nilo para finalmente partir rumbo al Mediterráneo, por donde fue remolcado hasta Francia. Louis Philippe, ansioso por poner fin a las polémicas ligadas al valor simbólico de la plaza, en la cual habían tenido lugar las siniestras ejecuciones de la época del Terror, resolvió colocar en ella el obelisco, dado que su forma neutra no evocaría ningún acontecimiento político particular. 

El pedestal contiene en su base dos textos relativos al evento (uno de ellos en latín, donde se refiere a Louis Philippe como Ludovicus Philippus I, Francorum Rex), y dos gráficos que representan en forma de diagrama el proceso y las maquinarias usadas para el traslado del monumento y su reinstalación en Paris.


      
Una serie de babuinos adoradores del sol que estaban originariamente en la base del obelisco fue juzgada impúdica para su exhibición pública y convenientemente derivada a la sección de colecciones egipcias del Museo del Louvre. Entre los babuinos, los nombres de nacimiento y de coronación, alternados, de Ramsés II.



El obelisco carecía de su piramidión original, probablemente robado ya en la antigüedad. En 1998, el gobierno de Francia añadió un piramidión bañado en oro, dorado a la hoja.