En la capilla Brancacci de la iglesia de Santa
María del Carmine en Florencia, el programa iconográfico incluye una obra peculiar, que es el "fresco del tributo",
realizado por Masaccio. La temática puede tal vez vincularse con el hecho de que los Brancacci eran los banqueros papales.
La obra representa tres momentos
distintos, con San Pedro (de verde) representado tres veces y el cobrador (de
rojo) dos veces. Se advierte asimismo que la arquitectura ha sido pintada con
perspectiva lineal “a la Brunelleschi.” La luz procede de la derecha, por la proyección de la sombra.
La obra encierra un mensaje “tributario” explícito. En el
centro se exige el tributo, mientras que a la izquierda Pedro saca el denario de un pez para poder pagar y a
la derecha, paga. Si bien la
escena se corresponde con textos del evangelio, no es una temática popular en
la pintura.
Observamos en la escena un conjunto de
protagonistas y "actores de reparto". Las figuras rodean a Cristo a manera de
ábside y las manos reflejan diversas actitudes y emociones. En Pedro las manos reflejan
dos momentos, la negación y el rechazo primero y la obediencia después, cuando
su mano se coloca en línea con la de Cristo. En el rostro de Pedro también
aparecen dos expresiones: de enojo por un lado y de sumisión a las órdenes del
Señor por la otra. Se trata de rostros reales, individuales.
El único rostro que podríamos considerar idealizado es el de Juan, que evoca una cabeza griega.