viernes, 26 de julio de 2019

No todos los duques son iguales (por Alba Perez Romero)

Miremos (o más bien admiremos!) esta figura ecuestre de impronta netamente medieval, con su personaje portando cota de malla y casco de nariz fija, mirando hacia atras y señalando el camino con la oriflama ondeando al viento, el caballo audazmente parado sobre sus patas traseras ...




Sobre un pedestal de granito, esta potente estatua, realizada en bronce, de 1851, evoca la figura de Guillermo el Conquistador, duque de Normandia, quien en el año 1066 derrotara al rey sajón Harold en la batalla de Hastings (evocada en el célebre Tapiz de Bayeux) dando asi inicio al período normando en la historia de las Islas Británicas. 





Pero la estatua no se encuentra en Inglaterra sino en Francia, en Normandía, y más precisamente en la plaza frente al Ayuntamiento de la localidad de Falaise, (a unos 30 km al sudeste de Caen), donde Guillermo naciera como hijo del duque Roberto I el Magnifico de Normandía y su amante Herleva de Falaise. 


No cabe sino admirar la proeza técnica lograda por sus creadores, los hermanos Charles y Louis Rochet, en punto al equilibrio de la masa sobre las patas traseras del animal (desafío que no se encuentra presente en cambio, en su igualmente famosa escultura de Carlomagno ubicada frente a Notre Dame de Paris) 


Y por cierto uno de los elementos más expresivos de la obra es sin duda la oriflama, estandarte de guerra de la Francia Medieval, colocado sobre la lanza, que Guillermo sostiene ondeando al viento. 




Los seis ancestros de Guillermo como duques de Normandía no ameritaron despliegues escultóricos análogos. Todos de pie, sus figuras, añadidas hacia 1875, se ubican en la base del pedestal, en orden cronológico: Rollo, Guillermo I (Larga Espada), Ricardo I (Sin Miedo), Ricardo II (El Bueno), Ricardo III y Roberto I (El Magnifico). 










Pero todos lucen pequeños en comparación con Guillermo ...