Hay tres tipos de juegos: los de
habilidad como el ajedrez, los de azar como los dados y los que combinan ambos,
como el backgammon. Ellos representan -tal como argumenta el “prólogo
sapiencial" del “LIbro de los Juegos“ de Alfonso el Sabio- "el seso, la ventura y
la cordura”.
Tal la perspectiva con la
que el entonces rey de Castilla, Galicia y León comisionó a su Scriptorium la
realización del Libro de los Juegos, o más propiamente, de “AXEDREZ, DADOS E
TABLAS” de 1283, una de las joyas que alberga la BIblioteca del Monasterio de
El Escorial. (Una copia de fecha posterior se encuentra asimismo en la
Biblioteca de la Real Academia de Historia, en Madrid)
El libro, redactado pues en lengua
vulgar (o sea, en castellano y no en latín), consta de casi
100 páginas de pergamino maravillosamente ilustradas (o mejor dicho, "miniadas",
término que alude al empleo de "minio", rojo de óxido de cobre, para su pintura y
de donde deriva la expresión “miniatura”), obra que resulta un magnífico compendio de temática "lúdica" distribuido en varias
secciones cuidadosamente organizadas. Bueno, no varias. Siete, número por el
que Alfonso tenia una predilección especial.
Aquí lo vemos dictando la obra y en la imagen siguiente, tres monjes trabajando en ella.
Amén de las figuras del rey dictando y los monjes escribiendo e iluminando los textos, cada sección contiene una referencia e ilustración sobre la fabricación de tableros y piezas, seguida por la descripción del juego.
En orden, las ilustraciones muestran la confección de tableros y piezas de ajedrez, de dados y de juegos de backgammon.
Los 103 "problemas" planteados en el libro de Ajedrez son particularmente interesantes, ya que se presentan bajo
perspectivas de “vista aérea”, con los jugadores retratados contra unos
impresionantes fondos azules, en interiores y exteriores, en tiendas o bajo
arcadas de estilo gótico o mudéjar. Además, todo un catálogo de moda medieval se exhibe
en dichas ilustraciones, que incluyen diversas etnias y confesiones: cristianos,
musulmanes y judíos.
Entre los elementos más curiosos de estos libros, señalamos por
ejemplo ciertas variantes del ajedrez, como un Ajedrez Decimal (en el que se
añade una figura de juez entre las del caballo y el alfil), el Gran Ajedrez, (en que cada jugador tiene, además de doce peones, otras doce figuras: un rey, un grifo, dos cocodrilos, dos jirafas, dos rinocerontes o unicornios, dos leones y dos torres)
o el Ajedrez de los cuatro tiempos o estaciones (en que el tablero se distribuye entre figuras verdes, rojas, blancas y negras, representativas no solo de las estaciones, sino también de los elementos y los "humores)
Por último, bajo el titulo de “Ajedrez astronómico” se encuentra
un juego para siete jugadores, con piezas representativas del sol, la luna, y cinco
planetas, y un dado especial de siete lados, sobre un tablero de siete círculos
concéntricos divididos radialmente en 12 áreas -cada una asociada con una
constelación-, en que las ganancias y pérdidas se definen por la posición de
las piezas bajo los criterios astrológicos de conjunción, oposición o cuadratura.