Sabemos que la papa es un producto originariamente americano, exportado a Europa a partir del siglo XVI. Pero su adopción como cultivo y su incorporación a la dieta por parte de los europeos no fueron sencillas.
En Prusia, Federico el Grande, consciente de la importancia de diversificar los cultivos para asegurar la alimentación de la población, intentó primero imponerlas mediante el ejercicio de la autoridad. Decreto mediante, y soslayando los recelos de la población, que las consideraba diabólicas, causantes de tragedias y catástrofes, accidentes y enfermedades, pretendió obligar a sus súbditos a cultivarlas, incluso bajo amenaza de castigos significativos. Su estrategia no funcionó.
Entonces, tal vez, Federico pensó. Obviamente no había en esos tiempos manuales de marketing ni de psicología, pero Federico pensó. Y encontró una solución. Ordenó plantar papas en los jardines de su palacio, definiendo las papas como "cultivo real" y apostando para su cuidado guardias especiales ... con instrucciones de no cuidarlas demasiado.
Así pues, los campesinos, advirtiendo que estaban ante un producto apreciado por la realeza, y ante el "descuidado cuidado" de los guardias encargados de proteger las famosas papas, comenzaron a hurtarlas, probarlas, cultivarlas y finalmente adoptarlas como parte de su "portfolio" de productos y por ende, de su dieta.
El siguiente cuadro del pintor Warthmuller evoca la figura de Federico inspccionando sus cultivos de papas.
Al día de hoy, la gente deja papas en la tumba de Federico, situada en el parque de su palacio de SansSouci, en Potsdam, como recuerdo de estos hechos.