El tríptico "El Jardín de las Delicias" constituye una de las obras más ricas e iconográficamente enigmáticas de la historia del arte. Obra de Hieronymus van Aeken -conocido como Hieronymus Bosch, contemporáneo de Leonardo- se encuentra en el Museo del Prado, donde también ha sido denominada "La pintura del madroño" en alusión a una especie de árbol de frutos semejantes a frutillas cuya imagen se repite en numerosas oportunidades en la composición, como símbolo de la fugacidad de los placeres terrenales. Como curiosidad al margen, un árbol de madroño es en el que se reclina el oso en el escudo de la ciudad de Madrid.
El tríptico cerrado presenta una especie de esfera acuosa con formas geográficas en grisalla que reproduce el tercer día de la creación, y cuyo texto, extraído del Salmo 32, consigna, en latín "Ipse dixit et facta sunt, ipse mandavit et creata sunt" (de este modo lo dijo y fue hecho, así lo ordenó y fue creado)
Al abrir el tríptico se exhibe en gran escala todo un programa iconográfico sobre la lujuria. La obra mide 2, 20 de alto por casi 4 metros de ancho y los tres paneles resultan plásticamente unificados por un horizonte muy alto.
Enfoquémonos en el panel izquierdo. El tema es "Adán y Eva en el Paraíso", y entre ambas figuras humanas se ubica la de Dios, representado como Cristo, en el momento de presentarle Eva a Adán. No la creación del hombre o la mujer, no el momento del pecado, no el momento de la expulsión ... Bosch escapa a las tres escenas clásicas de la iconografía bíblica corriente y muestra un Adán que observa atentamente a su nueva compañera.
Mas justo debajo de estos tres personajes aparecen ya pequeños seres monstruosos, representativos del mal y el pecado. Curiosamente, uno de ellos es representado con un libro..
Otras escenas también evocan este estado original como un ámbito de violencia: el ave que ha atrapado a una rana, el leopardo con el ratón entre sus fauces, el león devorando al ciervo o el jabalí persiguiendo un extraño bípedo lo demuestran.
El conjunto no refleja precisamente concordia ni serenidad. Completan el cuadro animales exóticos de origen africano, como jirafas o elefantes.
En cuanto a la vegetación, el árbol ubicado a la izquierda de Adán es un drago típico de las Islas Canarias, en tanto que en el sector derecho se ubica el árbol del bien y del mal, alrededor del cual se enrosca la serpiente. Este árbol se asienta en una extravagante formación geológica, a la manera de un acantilado con perfil humano.
Por último, la fuente central exhibe una estructura híbrida, entre arquitectónica y orgánica, semejante a un extraño molusco rosado. Y dentro de esa fantástica estructura es dable apreciar un orificio que da cobijo a una lechuza. La lechuza constituye un elemento de simbología contradictoria ya que en ocasiones representa la sabiduría (la capacidad de ver en la oscuridad, más allá del mundo sensible), y en otras, el pecado.