Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno de los Remedios Crispín Cipriano de la Santísima Trinidad Ruíz y Picasso no sólo se destaca por ser uno de los pintores con más "nombres de pila" que conozcamos. Dada su extensa trayectoria y variedad de técnicas también es uno de los artistas más prolíficos en la historia. Según el propio sitio Guinness, se estima que Picasso produjo alrededor de 13.500 pinturas y dibujos, 100.000 impresos y grabados, 34.000 ilustraciones para libros y unas 300 esculturas y cerámicas. Sus obras, por cierto, se encuentran también entre los objetivos centrales de numerosos ladrones de arte. Pero, ¿será esto meramente justicia poética?
Sabemos que en el año 1911, cuando -a instancias del estafador argentino Eduardo Valfierno- un ladrón italiano llamado Vincenzo Perugia robó la Mona Lisa del Museo del Louvre, tanto Pablo Picasso como el poeta Guillaume Apollinaire fueron interrogados por la policía parisina en el marco de sus investigaciones. Ambos eran inocentes de ese robo, pero eran culpables (o al menos encubridores) de otro: el de varias cabezas antiguas de estatuas ibéricas, robadas en 1907 por Honoré Joseph Géry Pieret, vinculado a Apollinaire, obras que Picasso tenía en casa desde entonces. Más allá de los avatares que Picasso y Apollinaire tuvieron para deshacerse de las obras y evitar ser encarcelados, lo cierto es que este robo se encuentra en la base de la obra fundacional del arte moderno: Les demoiselles d'Avignon. Las tres figuras de la izquierda exhiben claramente rasgos faciales característicos de la escultura ibérica mientras que las dos figuras de la derecha muestran rasgos propios de las máscaras africanas.